Poemas y una mujer de cristal
Desde sus versos hasta la prosa del texto teatral que cierra el libro, descubrimos a un poeta desnudo, sin tabúes, que nos ofrece su mundo más íntimo, lo comparte sin pudor, sin el temor de ser criticado, es poesía nacida desde las frustraciones y pérdidas del poeta, hay mucho de soledad, de espera por ese amor que no llega.
“A mi espalda llevo un desierto de desilusiones”.
“Lágrimas de hielo a mi espalda llevo”.
Cristal, es el adjetivo que ha elegido para agrupar esta publicación poética, acertado por su transparencia y también por su fragilidad, una fragilidad que se advierte en el sujeto, que se pierde por momentos pero que al final de los poemas reaparece no para inspirar lástima sino ternura, para reclamar comprensión. Pero también estos versos son de un cristal resistente por todo lo que soporta el poeta, por lo que nos muestra de su ansiedad y de su tiempo en espera, solo capaz de soportarlo quien es fuerte como un cristal grueso, firme, casi blindado para no ceder.
“Entiendo del mar sus cantos y fantasmas,
Pero no, esta noche no.
Ni una sola palabra”
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