La premisa de este libro es que una madre nunca puede dañar un hijo.
Cierto es que algunas progenitoras son “¡De Madre!” pero, como ostentadores de libre albedrio mi invitación es a aceptar responsabilidad de la madre que tenemos, pues en algún nivel la hemos elegido.
Nuestra madre es nuestro primer espejo y la mejor maestra para incorporar aquella lección que aún no hemos logrado aprender.
Madres: tenemos la enorme responsabilidad de engendrar y nutrir vida. Ejerzamos la maternidad en consciencia, pues de nuestras acciones e inacciones depende la felicidad o infelicidad con que será impregnada esa vida…
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